1.
Competencias señaladas en la
lectura que tiene tu maestro ideal
La enseñanza
es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de personas y
sociedades. Además de proveer conocimientos, la educación enriquece la cultura,
el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos.
La educación
siempre ha sido importante en el desarrollo, pero ha adquirido mayor relevancia
en el mundo de hoy debido a que la mayoría de los profesionales, han optado por
reflexionar sobre cómo debería ser su formación y los caminos que deben tomar
para estar a la altura de las circunstancias.
En este texto,
el término “profesor” desde mi punto de vista, hace referencia a la pedagogía de la escucha, puesto que nos
muestra un nueva visión del niño, un ser que piensa y actúa sobre el mundo que
le rodea, añadiendo una nueva lectura de la obra del profesor, que más que
hacer las actividades de planificación, escucha al pequeño, sus sueños, sus
deseos y sus intereses, lo cual significa que los alumnos en lugar de ser
actores en el proceso de enseñanza
aprendizaje, son los propios autores de dicho progreso.
En nuestra
sociedad, los docentes deben ser capaces de afrontar nuevos desafíos
constantemente, la misión del profesor no es solo instruir conocimientos más o
menos técnicos, sino coayudar para que el educando descubra por si mismo los
valores y las herramientas que le permitirán
poner en práctica esos conocimientos, así como descubrir por si mismos
otros nuevos.
Nuestros días,
son cada vez más complejos con lo que resulta menos valido un modelo de
docencia predominante académico, que convierta al niño en un ser pasivo que lo
desligue por completo de la autonomía.
En mi opinión, la formación de los maestros debería, a su manera, orientarse hacia un aprendizaje a través de problemas, enfrentar a los estudiantes a la experiencia de la clase y trabajar a partir de sus observaciones, de su asombro, de sus éxitos y de sus fracasos, de sus temores y de sus alegría, de sus dificultades para maneja tanto los procesos de aprendizaje como las dinámicas de grupos o los comportamientos de determinados alumnos.
En conclusión,
el docente debe modificar su forma de enseñar en este mundo tan cambiante,
estar a la altura de la diversidad del alumnado y mediar en el aula para que se
pueda llegar a crear una osmosis adecuada, ya que nadie desea tener maestros
incompetentes.
Cuales no tiene y después de la lectura añadirías.
Tras leerme la
lectura, he podido reflexionar sobre la importancia de trabajar como docentes
el trabajo en equipo y los valores éticos, puesto que son conceptos
fundamentales para crear un clima coherente y adecuado dentro de las aulas.
Educar es
fundamentalmente socializar, desarrollar capacidades, asumir valores, adquirir
destrezas, formar personas autónomas, responsables y que adopten sus propias
decisiones, todo aquello que nuestra sociedad considera imprescindible para el
desarrollo integral de la persona.
Educar en
valores, es participar en un autentico proceso de desarrollo y construcción
personal, es formar ciudadanos auténticos que sepan asumir conscientemente los
retos a los que estamos expuestos, comprometiéndose en la construcción de un
mundo más justo, más inclusivo y más equitativo.
Por tal
motivo, debemos tener en cuenta que los docentes somos un ejemplo a seguir, si
partimos de la idea de que los valores nos acompañan durante toda nuestra vida
y que son propios de la persona, fácilmente se deduce que no podemos obviarlos;
al contrario, debemos ser consciente de ellos e intentar conocer que valores tenemos para poder trasmitirlos.
La noción de
equipo, desde mi punto de vista, implica el aprovechamiento del talento
colectivo, producido por cada persona en su interacción con los demás. A mi
modo de ver, la relación de un verdadero equipo es una relación completa, lo
cual quiere decir pactada… una relación que
descansa sobre un compromiso compartido con ideas, problemas, valores,
metas y procesos comunes que favorecen un trabajo consensuado.
En mi opinión,
si esta forma de ser y hacer se traslada
a las aulas, les ofrecemos a los pequeños la oportunidad de crecer en un
ambiente respetuoso, cooperativo, distendido
y sobre todo un entorno en el que se tiene en cuenta a los demás, en el
que se pide ayuda y se aprende a tolerar
frustraciones… aspectos que permiten poder trabajar en equipo.
Con todo esto,
quiero mostrar que tanto los valores como el trabajo en equipo son conceptos
interrelacionados, ya que si no se tiene unos buenos valores, evidentemente no
se podrán establecer relaciones sociales que favorezcan el buen funcionamiento
de cualquier grupo.
En definitiva,
soy consciente que los valores más básicos son obtenidos a través de nuestra familia
y son prácticamente inmodificables. Todo buen profesor, debe respetarlos y
reflexionar sobre su práctica para ajustarse en la medida de lo posible a ellos
e intentar alimentar el aula de estas grandes diferencias, ya que tanto unos
valores como otros forman la identidad de grupo.
Hay alguna competencia que tenga tu maestro ideal que no salga en la lectura.
El maestro
ideal, no es más que una concepción individual que nosotros como docentes
concebimos, debido a la preparación que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra
formación.
Para que no
haya un abismo entre el maestro ideal o real, lo importante sería que el
profesor se forme porque lo siente, porque lo lleva en el alma y porque tiene
ganas de comprometerse con la educación de las generaciones futuras.
Por esta
razón, no podemos atribuir unas competencias o características fijas e ideales
que pretendan afrontar los problemas de aprendizaje, ya que dependiendo del
grupo de alumnos que tengamos en un determinado momento, deberemos adoptar unas
conductas u otras, teniendo en cuenta un punto de convergencia común, amenizar
y enriquecer el aprendizaje de todos los niños.
Hoy en día la
mayoría de jóvenes que estudian esta profesión lo hacen por una salida laboral
o por la calidad de vida que este trabajo te ofrece en determinadas ocasiones.
En mi opinión, esto no debería ser así, ya que es una de las profesiones más
importantes, porque sin maestros que eduquen no habría una educación llena de valores y aprendizajes
significativos.
En definitiva,
si cada maestro ejercería su profesión por vocación, dejaríamos de hablar de
maestro ideal, ya que todos los roles se ajustarían a las expectativas que los
estudiantes tenemos sobre los maestros.
Define un maestro competente
Tomando como
base los comentarios de las entradas anteriores, resulta fácil deducir que un
profesor competente requiere de una preparación especial, una preparación
global y holística; el maestro debe conocer muy bien el contenido de su
materia, pero sobre todo debe conocer pedagógicamente hablando los intereses y
la diversidad de su alumnado.
Un buen
profesor, es aquel que se compromete con su trabajo, aquel que se siente feliz
y agradecido por lo que hace, quien no tiene ningún problema por buscar
respuestas cuando aparecen nuevos cambios y el que a pesar de estar desmotivado
por las injusticias laborales de hoy en día continua implicándose en las
escuelas, convirtiéndose en un líder educativo.
En conclusión,
un maestro compentente, es quien demuestra día a día el gusto por su profesión,
sin esperar recetas de cómo debe ser la enseñanza o de cómo desarrollar
aprendizajes significativos que ayuden a los pequeños a evolucionar.
Cinco cosas que quiero mejorar como maestro después de la lectura
Quienes ven en
la educación la posibilidad de desarrollar al máximo las potencialidades
ocultas que llevan consigo cada persona, pueden ir adquiriendo constantemente
habilidades para superar los obstáculos con lo que se tropiezan.
Actualmente,
la educación se ha convertido en una barrera que no deja que los docentes despleguemos
todas nuestras estrategias, dado que hay currículos muy cerrados que impiden
innovar en la enseñanza. En mi opinión, la contraposición del currículo del
centro con el currículo oculto e individual de cada profesor, incrementa o
reduce la visión que podemos llegar a tener dentro de la plataforma educativa.
Por esta razón,
creo que como profesionales, es fundamental sentir la necesidad de comprender
nuestros propios sentimientos, lo de los demás y encontrar formulas para
resolver los posibles problemas.
El secreto de
esta simple y sorprendente terapia radica en que antes de ser maestros debemos
ser “buenas personas” y no solo observar nuestros cambios positivos sino
también compartir aquellos negativos que están dentro de nuestros pensamientos
más íntimos.
Afrontar la
adversidad, no es más que poder ser consientes de las virtudes y debilidades
que como ser humano poseemos. Personalmente, creo que antes de ejercer como
profesora debería profundizar sobre esta crítica que está tan presente en mí
día a día, puesto que en algunos momentos no soy capaz de reconocer mis fallos
y de escuchar los consejos de la gente que está a mi alrededor, punto negativo
que, evidentemente, repercutiría dentro de las aulas.
Otro aspecto a
tener en cuenta, y que indudablemente mejoraría tanto mi personalidad como mi práctica
educativa, seria a partir de inhibir un exceso de impulsos que me dominan en determinadas situaciones, la
paciencia es uno de mis mayores enemigos, y pienso que es un recurso
indispensable para intervenir con los más pequeños.
La lectura, me
ha ayudado a ser un poco más objetiva conmigo misma, dándome la oportunidad de
poder modificar y enmendar algunos de
mis defectos.
En definitiva,
examinar como soy y darme cuenta de los aspectos negativos que tengo, me ha
hecho reaccionar ante la posibilidad de mejorar como docente, y ha despertado
en mí la necesidad de seguir formándome en mi trayectoria académica, alimentado
el bagaje y enriqueciendo todas mis experiencias.